Sigo devanando en un verso
lo tedioso, lo molesto,
lo perverso,
lo que arrasa los cimientos
del pensamiento retorcido
de una sociedad deslustrada
de logros compartidos,
pervertidora y promotora
de la individualidad pagana
fruto de una vida regalada,
rémora del crecimiento
y parásito improductivo
e inconforme
que deforme forma
va dejando en el olvido
la victoria que otros aguerridos,
arañaron e instauraron
como preludio de prosperidad.
Ya no espero obsecuente,
rendida y postrada
a que me sigan
arrebatando de las manos,
el terreno ya conquistado
ni las metas superadas,
pensando que hoy no me vería
desnuda y retozando
entre el lodazal putrefacto
que nos están dejando
los que pugnan en su propio beneficio
ante un daltónico ciudadano,
capaz de señalar a un dañino,
cuando todos abrevan
del mismo cazo
y defecan hacia el mismo sitio.
Definitiva y contundentemente:
NO, yo «ya no espero»
y en el desespero grito
a ese futuro maldito.
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