Sigo devanando en un verso lo tedioso, lo molesto, lo perverso, lo que arrasa los cimientos del pensamiento retorcido de una sociedad deslustrada de logros compartidos, pervertidora y promotora de la individualidad pagana fruto de una vida regalada, rémora del crecimiento y parásito improductivo e inconforme que deforme forma va dejando en el olvido la victoria que otros aguerridos, arañaron e instauraron como preludio de prosperidad. Ya no espero obsecuente, rendida y postrada a que me sigan arrebatando de las manos, el terreno ya conquistado ni las metas superadas, pensando que hoy no me vería desnuda y retozando entre el lodazal putrefacto que nos están dejando los que pugnan en su propio beneficio ante un daltónico ciudadano, capaz de señalar a un dañino, cuando todos abrevan del mismo cazo y defecan hacia el mismo sitio. Definitiva y contundentemente: NO, yo «ya no espero» y en el desespero grito a ese futuro maldito.